sábado, abril 16, 2011

¡Porquería!

Cada gota derramada vivió años luz filtrando deseos, desmintiendo historias claramente teñidas con un poco del no se qué de la vida en general. Al que no le guste que empiece a correr, nadar o volar... es así, no hay vueltas que dar con todo este asunto que les compete a quienes respiran. El arte de saberse caminando en un mar de gente, sin nadie alrededor, con todos.
Gritando, escupiéndo alegría y tragando la mierda que está más al alcance. La mierda que se sabe vender por si sola y todos los entes vivos saben comprar con ojos cerrados. La mierda que aparece en cualquier punto que direcciones la mirada, del derecho y del revés, pa' arriba y pa' bajo. Donde quieras mirar. Definitivamente. Ojo, no mierda convencional, es otra especie de la cosa... una mas bonita, que se disfraza de manera ocurrente, que aparece para reafirmar esto de escupir alegría. 
En cada vuelco, cada giro sobre el eje, aparece otro matiz, una mezcla heterogénea de sentidos, impulsos eléctricos, y una respuesta para todo eso (sigue siendo heterogéneo a pesar del orden natural en que estos elementos se dan a conocer). Matiz brillante, y blanquecino, deformación de lo que se ve, de lo que se cree que se ve al menos según nuestros preconceptos culturales. No se puede definir con una palabra puntual, y hasta resulta enroscado concebir esta idea, pero creo, creo (más bien, estoy bastante convencida) de lo equivocado que se puede estar y dejar de estarlo al mismo tiempo, de lo seguro que se siente uno, y más que de cualquier otra cosa, de lo equivocado que se está en todo, salvo en eso. La seguridad de saberse la mierda que se ve.