sábado, febrero 26, 2011

7 AM

                  Intenté controlar,
                probé escuchar,
                    grité, ensordecida por la locura,
          corrí con la cabeza, 
     volé con mis pies,
                   y comprendí.
          
  Experiencias cercanas al ayer, 
           historias secretas, 
                  ojos cubiertos de olvido.

         Bonita mentira, 
               dentro de cuatro paredes, 
        tapada por goce. 
           Risas cubriendo penas, 
   palabras llorando fuego, 
           
                         y dos cielos, 
                              pidiendo a gritos
            caer sin apuros, 
               sin miedos, 
                                             sin amor
             Caer
                  vivos, 
                        distantes, 
                      en un dulce
                                       vacío  
                                            eterno.
 
    
 
      



jueves, febrero 24, 2011

Amor amor

En el viaje en tren apareció un rostro, que trajo consigo un recuerdo, una sensación, latente aún en mis sentidos.
Tuve un día uno de esos amores fugaces pero eternos. Un amor que no llego a ser recíproco, ni platónico, de hecho siquiera creo que fue anunciado.
Apareció un clown en mi vida, apareció una noche, habló, supo callar, supo escuchar. Pasaron los días y creí que lo volvería a ver. Volví al mismo bar, la misma mesa, la misma silla, hasta incluso tomé la misma cerveza esperando que aparezca (tomé un par de más, y seguí esperando).
Nunca llegó, tal vez se disfrazó de otro personaje y no lo pude reconocer, o tal vez nunca existió.
El caso es que esta historia trajo a mi mesa una cena ciertamente fácil de digerir ("No esperes que el Sarmiento traiga consigo, de Once a Moreno, lo que no supo llegar por si solo").


(y seguí poniendo de excusa la espera a clowns inexistentes, pa' seguir tomando birritas en las sillas de los bares)

Alfredito


 Enseñó más de lo que llegó a aprender.
Vivió, murió, creció, y ahí está, sentado, mirando crecer a los demás.-
Sólo observa, puede ver con claridad cuestiones actuales mejor que el resto. Tan chiquito y tan vivo, tantos como él. Tanto para ver, tanto para hacer. 
En cambio, son horas eternas, años eternos. Años viendo morir los colores,  viendo crecer los muros, caer ideas, quebrar las voces, huir a los más fieles.
                   Nadie le preguntó si era ese el papel que quería cumplir,
                          (estático en una foto en blanco y negro, viendo romperse todo, decolorandose, destruyendose). 
               La vida lo atrapó, como a muchos otros, lo encerró. Absorvió su temperatura, sus tonos más vivos. Es el reflejo de quién lo mire, es un destello de luz en una caja de zapatos. Es lo que quieren que sea, es la utopía de cualquier observador. Quieto, atento, se lee tranquilo en su expresión. ¿Cuál es el punto, en el que se encapsula la vida, el momento en que se convierte a su forma más simple, su estallido en blanco y negro?