jueves, febrero 24, 2011

Alfredito


 Enseñó más de lo que llegó a aprender.
Vivió, murió, creció, y ahí está, sentado, mirando crecer a los demás.-
Sólo observa, puede ver con claridad cuestiones actuales mejor que el resto. Tan chiquito y tan vivo, tantos como él. Tanto para ver, tanto para hacer. 
En cambio, son horas eternas, años eternos. Años viendo morir los colores,  viendo crecer los muros, caer ideas, quebrar las voces, huir a los más fieles.
                   Nadie le preguntó si era ese el papel que quería cumplir,
                          (estático en una foto en blanco y negro, viendo romperse todo, decolorandose, destruyendose). 
               La vida lo atrapó, como a muchos otros, lo encerró. Absorvió su temperatura, sus tonos más vivos. Es el reflejo de quién lo mire, es un destello de luz en una caja de zapatos. Es lo que quieren que sea, es la utopía de cualquier observador. Quieto, atento, se lee tranquilo en su expresión. ¿Cuál es el punto, en el que se encapsula la vida, el momento en que se convierte a su forma más simple, su estallido en blanco y negro?




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