domingo, agosto 29, 2010

"Deep in the heart of the south", Ella Fitzgerald

Lady Ella canta, el sol ilumina, los ojos se abren y cierran velozmente como un cuentagotas. Cada paso es el comienzo de una de sus nuevas historias por contar. Nada sabe, nadie le entiende, sólo camina y cuenta relatos de una vida en blanco y negro. Escucha como si fuera el último día con los pies sobre la Tierra, canta,  siente, y vuelve a morir.
Los domingos son días socialmente rechazados por la mediocridad volando en el aire. Un diente de león es más estático en influencia de las corrientes, que el loco estado anímico de Nadie cuando sale a caminar.
Nadie sabe muy bien que sus pocos días contados con los dedos de su mano amorfa son el por qué de su existencia. No necesita recordar, ni sumergirse en la nostalgia de lo que fue, simplemente se sienta de nuevo a escuchar una hermosa voz cantar jazz de los años cincuenta. Aquel blanco y negro, de las escenas de su realidad, parece perder cada día aún un poquito más saturación en sus colores inexistentes. Todo lo anhela, lo cree, vive muertes constantemente, nunca olvida qué y cómo fue su vida anterior, sabe con certeza que la nada en su existir es algo incongruente e imposible de llevar a cabo. 
Es por eso que los domingos que van apareciendo con el correr del tiempo frente a él, le enseñan a la perfección como vivir, morir y saber elegir con seguridad el camino a transcurrir próximamente. 
Gracias a Nadie por transmitirnos sus experiencias dinámicas y reales en la vida de cada uno de nosotros.

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