La nada abraza al todo, el que tiene límites permeables, aplacados
por las palabras
y algunos matices.
Enfrentar y confrontar, amigos secretos del miedo,
el opaco en el color de la cordura.
Y es que la demencia revalsa los vasos, aparentemente transparentes, ligeramente amontonados.
La realidad se arregla y se desviste, dando un espectáculo
para los estómagos
vacíos
y las mentes abandonadas.
Los glóbulos se revelan y se abre
una corazonada del porvenir conocido.
Cada línea se hunde en un mar de luz,
cada punto se pierde una vez más, en el todo.
todos los días
en cada palabra
en cada pulso.
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