lunes, abril 30, 2012

Caretas, tormentas

Los días son como manchas en la vidriera de la puerta del lugar. Individualmente pasan inadvertidos, hasta que llega el momento tal en el que el vidrio está completamente manchado y no podemos ver a través de él. Aparece de sorpresa, nos abraza sin avisar. 

Y las personas pasan por la puerta del local indiferentes, ellos, y el que observa. Todos ensimismados en sus pequeñas islas interminables, con el cuello torcido y la voz ronca que susurra al andar por la vereda. 

Y los perros ladran asustados, aunque parezcan dominados por la ira. Ladran pidiendo un poco más de atención, y lloran cuando tienen lo que esperaban pero por mucho, lejos de sus expectativas.

Nadie, ni los perros ni las personas, pueden borrar sus manchas. Y se enferman mirando las del que está del otro lado.
Es que son indiferentes, hasta que se corta la luz y se ven las caras a la luz de las velas. 



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