lunes, noviembre 23, 2009

El planeta Tierra es tan inmenso, lleno de numerosas variables que nos ayudan a dar pasos adelante, al costado, incluso hacia atrás. Lo mejor de todo es cuando caminas con o sin destino, pero sintiéndote realmente libre de ser, pensar y sentir lo que querés-
Caminar por la calle, sentir el perfume de los tilos que florecen en esta época, reirme hablando de viajes, idas y venidas con gente que jamás pensé que llegaría a cruzarse por mi vida. Transportarme a la cabeza del resto de las personas, entrar, hurgar, navegar, escuchar lo que entra y sale de y para el exterior, nada se compara como esta sensación. Creo casi no poder describirla en su esplendor. Me siento como flotando en una esfera de cristal, pudiendo observar pero sin que mis palabras lleguen a ser escuchadas. Lo único que hago además de mi observación es escuchar todo de afuera, todos aquellos pensamientos que se le cruzan al elegido de mi estadía por su cabeza, son oídos por mi. Nadie más puede sentarse conmigo a observar, estoy sentada sola escuchando y queriendo entrar en confianza conmigo misma. Esa es justamente la parte más difícil, tenerme confianza y decirme lo que pienso, dejar que mi cabeza fluya como corresponde dentro de esa esfera de cristal, dentro de esa otra cabeza. En el mientras tanto me la paso rebotando dentro de un millón de cosas, intercalando sensaciones con mi cuerpo y mi mente, intercalando emociones con mi contexto. Nada parece ser como pensé que sería, no dejo de sorprenderme de cómo pueden llegar a suceder las cosas, mis procesos mentales. Todo es tan relativo y cambiante, a cada paso que doy lo que veo se transforma, increíble para mi ser un ser abstracto de manera constante-

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