domingo, noviembre 01, 2009

such a big trauma


Altibajos que erosionan nuestra corteza. Fácil de comprender, difícil de acompañar con el pecho. Es subir y bajar en cuestión de un sólo día, bueno o malo, no nacimos con la capacidad que implica el discernimiento. Todos vamos para un mismo lado, y nadie se está dando cuenta. Creemos que estamos solos, sin un lugar donde caernos cuando nuestras piernas no quieran caminar, y a pesar de todo el entorno, siempre está.
El viento corre con mayor velocidad que de costumbre, nos pega fuerte en la cara, el cuerpo, y aún así, no llega a tirarnos. Claramente es porque aunque no lo crean tenemos un eje que impide que lo hagan, que nos tiren con facilidad. Relacionarnos con el medio es lo que nutre maravillosamente nuestro eje, lo que puedan darnos, pensamientos fugaces que rebotan dentro de cada uno y explotan al chocar con los de los demás. Sería todo mucho más aburrido si estuvieramos rodeados de perfección, los temas de conversación disminuirían notablemente, no tendríamos nada que nos inspire progreso. Si no tenemos nada para mejorar, perdemos los objetivos, caminamos en una cinta que no llega a ningún lado, caminamos sólo por el hecho de caminar, y no por lo increíble que es alcanzar el punto de llegada.
Ellos todos pueden sorprendernos constantemente, esas personas con las que nos cruzamos casi de manera incierta, e inesperada. Nunca sabemos cómo pero llegan a nuestra vida, y con un poco de cada uno nos conformamos como seres extraños. Simples seres extraños que Di#s crea y el viento nos amontona.

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