jueves, octubre 06, 2011

Paréntesis

Pensé que no me escucharía,
que mi visita pasaría desapercibida.
Pensé que no sería siquiera capaz de reconocer mi presencia,
y que mucho menos recordaría la flor. 

Andando un poco por la calle se ven tantos individuos iguales. Todos, hacia el mismo lugar, tal vez distinto camino, pero allí al fin. Y lo que más los asemeja, es esa sensación de saberse únicos, especiales. Claro, no todos se construyen con idéntico molde, pero si pues, la matriz.
Es ese el punto de anclaje, la matriz. De ahí en más, la existencia reparte un poco por todos los rincones. Los conflictos que esto conlleva se repiten en un ciclo continuo, donde la materia se deforma y las posturas se desvanecen.
Por más desagradable que resulte la idea, parece tratarse sólo de resistir. 
Efusiva, irrelevante, profunda, imposible, tangible, laboriosa.
Simple supervivencia.

2 comentarios:

  1. El mundo

    Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
    A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
    - El mundo es eso - reveló - . Un montón de gente, un mar de fueguitos.
    Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.


    El libro de los abrazos. Eduardo Galeano





    brino.

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  2. ¡Muchas muchas gracias por compartirlo! amiguita.

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