miércoles, agosto 19, 2009

Luz

Abro bien los ojos, los mantengo por un tiempo de ese modo. No paran de entrar en mi, la percepción sensorial me supera y sólo, sólo él se consume. Las luces adquieren muchas, muchísimas hasta tal vez incontables formas que llegan y entran en mi y me cautivan, desplegando mi imaginación. Algunas rojas, tan punzantes como fugaces en la historia que por el momento me lleva al protagonismo. Otras anaranjadas, con rayos que las cruzan y nubes que las difunden sobre el fondo que en el que el cielo entra en acción. Hoy se vistió a rayas con colores y sus tonos, generadores de un ambiente tétrico rodeándome. El piso está frío, la membrana me hela los huesos de mis extremidades, su nicotina me llama a consumirlo aún más. La abstinencia pasa a un segundo plano y se termina, él se termina y lo apago sobre la parte del piso cubierta por ese hierro lleno de semillas, se refleja la luz de su piedra y me transporta nuevamente a ese tono anaranjado de las luces mencionadas al principio de la narración. Con los ojos entrecerrados puedo capturar una toma fuera de foco de la escena, sin perder el brillo de las iluminaciones ni sus colores. Un avión que pasa me refleja un blanco mate, bajo las escaleras y el móvil canta un poco de Blur y enciende su pequeñísima pantalla para avisarme algo. Otras luces que me atrapan, la salida de la campana al estar arriba servía de espejo para las del cúbiculo inferior, las estrellas se muestran sólo un poco y las nubes salen para opacarlas. Las cenizas grises se prestan a una danza del viento, y yo simplemente respiro el fresco que me rodea. Mis pulmones siguen capacitados para realizar sus funciones cotidianas, mientras, mi corazón late y el mundo gira.

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